domingo, 30 de agosto de 2009


Caminaba deprisa pero sin perder- ni durante un instante- la coordinación entre sus caderas y sus pies. Zapatos que hubieran dado vértigo hasta a Goliat y medias transparentes para que no se notaran las carreras. La diferencia entre su ropa de calle y la ropa que nadie debería de ver antes de la medianoche, era insignificante. El carmín ya era parte de sus labios y sus ojos se confundían con un océano de perturbaciones sexuales.


Como si de la protagonista de una historia de Mempo Giardinelli se tratase, ella era puro erotismo, simplemente eso.

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